1. ¿De dónde venimos?, ¿cuál es el origen del hombre? A esta famosa pregunta se suele responder de tres modos:
- El hombre se crea a sí mismo. (Afirmación bastante absurda).
- El hombre ha sido creado por un ser no inteligente, irracional, y le llaman materia, naturaleza, evolucionismo... Esta respuesta también está confundida, pues un mundo hermoso y ordenado ha de ser creado por un ser muy inteligente (ver evolucionismo ; big bang).
- El hombre ha sido creado por un ser inteligente que llamamos Dios.
2. ¿A dónde vamos?, ¿cuál es el fin del hombre? El fin del hombre es el que ha dispuesto su Creador. Y Él desea nuestro bien. Quiere que seamos realmente felices en la tierra y en el cielo.
3. ¿Por qué a veces el hombre no es feliz? Porque con sus decisiones se aleja de Dios. Sobre esto puede verse el tema de la felicidad.
4. ¿Cómo debe ser el hombre? La respuesta a esto es muy amplia, pues hemos de adquirir muchos hábitos buenos o virtudes. Podemos resumirlo así: el hombre debe ser como Jesucristo, que es el hombre perfecto. Como esto es muy general, pongamos tres ejemplos básicos:
- El hombre debe ser trabajador. Debemos trabajar bien consiguiendo una mejora personal, familiar y social. (Puede verse el tema del trabajo).
- El hombre debe ser piadoso, debe amar a Dios. El Señor debe ocupar el centro de la vida humana, de modo que nuestras acciones y trabajos sean realizados para glorificar y agradar a nuestro Creador. El hombre debe dedicar tiempo abundante y exclusivo a la oración, para poder orientar lo demás hacia Dios y para obtener más ayuda del Señor.
- El hombre debe amar a los demás hombres, pues Dios los ama. Este afecto al prójimo se notará en detalles que les hagan más amable la vida. Sobre todo es preciso interesarse por su alma y su vida espiritual. El hombre debe ser apostólico.
5. ¿Cómo debe ser el cristiano? El cristiano debe ser también así. Sólo que con una exigencia y generosidad superiores, pues contamos con mayor ayuda divina (sobre todo los sacramentos). Por ejemplo, la piedad del cristiano debe incluir la Misa y el Rosario frecuentes, a consecuencia de la fe en la Eucaristía y del amor a Santa María.
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