- A. ¿Qué es el infierno?
- B. Visiones del infierno.
A. El infierno
1. ¿Qué es el infierno? Se llama infierno al destino de quienes mueren en pecado mortal. Es la sentencia condenatoria del juicio de Dios. Es la situación de castigo y sufrimiento que padecen quienes murieron sin arrepentirse de sus pecados graves.
2. ¿Qué castigos hay en el infierno? Los sufrimientos del infierno son eternos, nunca terminan, y suelen agruparse en dos tipos:
- Pena de daño.- Apartamiento de Dios, Bien supremo. Es lo más trágico del infierno.
- Pena de sentido.- Graves sufrimientos que incluyen la presencia y odio de los demonios y de otros hombres condenados. Suele mencionarse un fuego especial.
3. ¿Quiénes están ahora en el infierno? Ahora mismo sufren esa situación los hombres que murieron sin arrepentirse de sus pecados y los demonios. Entre los demonios se conoce uno especialmente malvado que suele llamarse satanás. Entre los hombres condenados no se sabe con seguridad el nombre de ninguno, como tampoco se conocen los nombres de quienes están en el cielo, salvo los santos reconocidos por la Iglesia. Varios santos mencionan visiones de hombres y demonios condenados en el infierno, pero no dan nombres concretos.
4. ¿El infierno es una autocondena? En parte es una autocondena pues cada persona toma deliberadamente las decisiones que le llevan a esa situación. En parte es una sentencia divina (juicio), pues el Señor lo ha establecido así.
5. ¿Si Dios es bueno y misericordioso, cómo hay infierno? Este tema ha sido muy comentado. Demos algunas respuestas:
- Dios ha querido que la libertad humana sea real, de modo que no da lo mismo obrar bien que mal. Nuestras decisiones determinan nuestro destino.
- La bondad y misericordia divinas se muestran en las abundantes facilidades que proporciona para salvarnos. Por ejemplo: perdona nuestros pecados una y otra vez, cada vez que recibimos el sacramento de la confesión. Estos medios de salvación le costaron su pasión y muerte en la Cruz.
- Probablemente las penas del infierno son inferiores a las que merecen los pecados.
6. ¿No podría ser el infierno de duración limitada? Los ángeles poseen una voluntad muy fuerte, y sus decisiones son irrevocables. Por esto los demonios no pueden arrepentirse de las decisiones malvadas que tomaron. Lo mismo sucede con las almas de los condenados: después de la muerte su voluntad queda ya firmemente dirigida hacia el mal y no pueden arrepentirse.
B. Visiones del infierno
El Señor ha querido que algunos santos vieran el infierno, y nos transmitieran su experiencia. Disponemos varios textos a continuación (no son agradables de leer).
1. Santa Faustina Kowalska en el n.741 de su Diario escribe así:
Hoy he estado en los abismos del infierno, conducida por un ángel. Es un lugar de grandes tormentos, ¡qué espantosamente grande es su extensión! Los tipos de tormentos que he visto:
- el primer tormento que constituye el infierno, es la perdida de Dios;
el segundo, el continuo remordimiento de conciencia;
el tercero, aquel destino no cambiará jamas;
- el cuarto tormento, es el fuego que penetrará al alma, pero no la aniquilará, es un tormento terrible, es un fuego puramente espiritual, incendiado por la ira divina;
- el quinto tormento, es la oscuridad permanente, un horrible, sofocante olor; y a pesar de la oscuridad los demonios y las almas condenadas se ven mutuamente y ven todos el mal de los demas y el suyo;
- el sexto tormento, es la compañía continua de Satanás;
- el septimo tormento, es una desesperación tremenda, el odio a Dios, las imprecaciones, las maldiciones, las blasfemias.
Estos son los tormentos que todos los condenados padecen juntos, pero no es el fin de los tormentos. Hay tormentos particulares para distintas almas, que son los tormentos de los sentidos: cada alma es atormentada de modo tremendo e indescriptible con lo que ha pecado. Hay horribles calabozos, abismos de tormentos donde un tormento se diferencia del otro. Habria muerto a la vista de aquellas terribles torturas, si no me hubiera sostenido la omnipotencia de Dios. Que el pecador sepa: con el sentido que peca, con ese será atormentado por toda la eternidad. Lo escribo por orden de Dios para que ningun alma se excuse [diciendo] que el infierno no existe o que nadie estuvo allí ni sabe cómo es.
Yo, Sor Faustina, por orden de Dios, estuve en los abismos del infierno para hablar a las almas y dar testimonio de que el infierno existe. (...) Lo que he escrito es una debil sombra de las cosas que he visto. He observado una cosa: la mayor parte de las almas que alli estan son las que no creian que el infierno existe. Cuando volvi en mi no pude reponerme del espanto, qué terriblemente sufren alli las almas. Por eso ruego con mas ardor todavía por la conversión de los pecadores, invoco incesantemente la misericordia de Dios para ellos. Oh Jesús mio, prefiero agonizar en los mas grandes tormentos hasta el fin del mundo, que ofenderte con el menor pecado.
2. Santa Teresa de Jesús en el cap 32 del libro de su vida describe los sufrimientos del infierno de este modo:
Sentí un fuego en el alma, que yo no puedo entender cómo poder decir de la manera que es. (...): un apretamiento, un ahogamiento, una aflicción tan sentible y con tan desesperado y afligido descontento, que yo no sé cómo lo encarecer. Porque decir que es un estarse siempre arrancando el alma, es poco, porque aun parece que otro os acaba la vida; mas aquí el alma misma es la que se despedaza. El caso es que yo no sé cómo encarezca aquel fuego interior y aquel desesperamiento, sobre tan gravísimos tormentos y dolores. No veía yo quién me los daba, mas sentíame quemar y desmenuzar, a lo que me parece. Y digo que aquel fuego y desesperación interior es lo peor.
No quiso el Señor entonces viese más de todo el infierno. Después he visto otra visión de cosas espantosas, de algunos vicios el castigo. Cuanto a la vista, muy más espantosos me parecieron, mas
como no sentía la pena, no me hicieron tanto temor; que en esta visión quiso el Señor que verdaderamente yo sintiese aquellos tormentos y aflicción en el espíritu, como si el cuerpo lo estuviera
padeciendo. (...) De aquí también gané la grandísima pena que me da las muchas
almas que se condenan.
3. Sor Lucia de Fátima cuenta así la visión que tuvo del infierno el 13 de julio de 1917:
Sumergido en el fuego, los demonios y las almas, como si fuesen brasas que fluctuaban transparentes y negras y bronceadas, con forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo que caían hacia todos lados, parecidas al caer de las pavesas, en los grandes incendios, sin equilibrio ni peso, entre gritos de dolor y gemidos de desesperación que horrorizaba y hacía estremecer de pavor. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes negros.
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